Es cierto que algunas creencias parten de nuestra experiencia como alumnos, aunque los planteamientos metodológicos de hace una década, sentaron en nuestro recuerdo, modos de enseñar que privilegiaban la cantidad frente a la calidad en la selección de contenidos. Pero he de decir que, desde el primer momento me di cuenta que la programación de actividades depende tanto de los alumnos que resulta demasiado aventurada una planificación exhaustiva como docentes. Las actividades funcionan con la voluntad de los alumnos. Por ello, en mis primeros pasos como profesor me he visto casi obligado a la reflexión "en" la acción, lo que me ha inculcado por necesidad esa flexibilidad y capacidad de adaptación.
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